Ser padre o madre es, sin duda, uno de los viajes más transformadores de la vida.
Pero, siendo honestos, también puede ser abrumador.
Desde el momento en que llega esa nueva vida, tendemos a volcar toda nuestra atención y energía en proteger, cuidar y asegurarnos de que ese pequeño ser tenga todo lo que necesita.
Es algo instintivo.
Sin embargo, en ese proceso de darlo todo, olvidamos algo crucial: nos olvidamos de nosotros mismos y de nuestra pareja.
Y aquí está el quid de la cuestión: no puedes dar calidad, claridad ni amor a nadie si tú mismo estás agotado o vacío por dentro.
La importancia de cuidar de ti mismo
Cuando descuidas tu salud física y emocional, inevitablemente afecta tu capacidad para ser la persona que quieres ser para tu hijo.
No te culpes si no estás al 100% todo el tiempo.
Esto no es una carrera de perfección, es una maratón, y en una maratón necesitas reservas para seguir adelante.
Dedica tiempo a:
- Tus necesidades básicas: Comer bien, dormir (aunque sea un poco), y mover tu cuerpo.
- Tu bienestar mental: Tómate un respiro. Medita, lee, o simplemente date un momento de tranquilidad.
Dejar a tu hijo con los abuelos, un canguro o un familiar no es un acto egoísta; es una inversión en tu bienestar y en la relación que tienes con él.
Un pequeño descanso hará que regreses con energías renovadas y la mente despejada.
Recuerda: la calidad siempre supera a la cantidad cuando se trata de tiempo juntos.
El pilar de la pareja: remar en la misma dirección
El vínculo con tu pareja es la base de la estabilidad emocional que necesita tu hijo.
Sin embargo, con las demandas constantes de la paternidad, es fácil descuidar esta relación.
Remar juntos significa:
- Dedicar tiempo a estar a solas, incluso si eso significa dejar todo de lado por una noche.
- Hablar y entender que no siempre estarán al 100%. Algunos días, uno tirará del carro con un 80%, mientras el otro apenas puede aportar un 20%. Y, en ocasiones, entre los dos no llegarán ni al 50%. ¿Qué hacer en esos momentos? No empeorar la situación. Evitar discusiones y recordar que las cosas parecen peores bajo presión.
Ser consciente de estas dinámicas te ayudará a afrontar los días difíciles con menos culpa y más comprensión.
Rompiendo el mito de la culpa
La sociedad muchas veces nos vende la idea de que deberíamos estar siempre disponibles, siempre perfectos y siempre presentes.
Pero lo que tu hijo realmente necesita es un cuidador equilibrado, no uno perfecto.
Si necesitas un momento para ti, tómalo. No va a afectar su desarrollo físico ni emocional.
Al contrario, volverás siendo la mejor versión de ti mismo.
Un recordatorio final
Cuidarte a ti mismo y cuidar a tu pareja no es un lujo, es una necesidad.
La salud mental y física es la base para dar lo mejor a tu hijo.
Así que, respira, permítete pausas y enfócate en lo que realmente importa: construir una familia donde todos tengan espacio para crecer y ser felices.
Si este artículo te ha hecho reflexionar o si tienes inquietudes que quieras compartir, no dudes en ponerte en contacto conmigo o explorar otros artículos del blog.
Aquí estamos para hablar de lo que nadie suele contar. 😉